El uso de bicicletas compartidas en Madrid ha evitado la emisión de más de 2 toneladas de NOx, los óxidos de nitrógeno más relevantes para la contaminación del aire, y mil toneladas de CO2 al año, según un estudio hecho por la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Sistemas Informáticos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
Solo en la capital de España, BICIMAD, el servicio de bicicletas compartidas gestionado por la Empresa Municipal de Transportes (EMT), cuenta con 7.735 bicicletas distribuidas en 630 estaciones y son más de 157.000 los usuarios que las utilizan, ya sea habitualmente o de forma esporádica.
Para conocer si este servicio municipal ha contribuido a mejorar la calidad del aire en la capital, un equipo de investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Sistemas Informáticos de la UPM ha aplicado redes neuronales y sensores IoT.
«Nuestra investigación analiza el impacto que tiene el uso de bicicletas compartidas en los niveles de CO2 y NOx en la ciudad de Madrid, teniendo en cuenta también los patrones de movilidad urbana existentes en la capital y otras situaciones de ahorro energético», explicó Manuel Uche, uno de los coautores de este trabajo.
El objetivo era analizar si las bicicletas compartidas contribuyen a mejorar la calidad del aire de la capital, desarrollar un modelo predictivo basado aplicar un sistema de redes neuronales a datos procedentes de sensores IoT, estimar los ahorros de energía y de emisiones contaminantes tanto en el momento actual como a futuro y proporcionar a los gestores municipales una nueva herramienta que ayude a la planificación de la movilidad sostenible.
Según los datos recabados para 2023, el uso de bicicletas compartidas evitó la emisión de 2,3 toneladas las emisiones de NOx y 1095,7 toneladas de CO2 en la ciudad de Madrid. El análisis permitió además identificar patrones semanales y horarios de mayor impacto ambiental positivo.
Así la mayoría de los usuarios de bicicletas compartidas las utiliza para viajes que tienen una duración corta, de entre 7 y 15 minutos, y las horas en las que más se usa este servicio es entre las 19 y las 21 horas, aunque también hay ‘picos’ importantes entre las 7 y las 9 de la mañana y entre las 13 y las 15 horas.
Para los investigadores este trabajo aporta una metodología para evaluar y anticipar el impacto ambiental de políticas de movilidad sostenible, y ayuda a los gestores urbanos a planificar la expansión de infraestructuras ciclistas y tomar decisiones basadas en datos para reducir las emisiones contaminantes y mejorar la calidad del aire en las ciudades.